Esto es como la historieta de la
Biblia: 77 veces 7 sea maldito el que
toque a Caín. Caín puede matar a Abel; pero que nadie le toque a él. Como
se ve, no es ningún dios externo o superior a la condición humana el que
redacta estas leyes injustas de la inimputabilidad para los criminales,
inimputabilidad para los asesinos; hemos sido siempre nosotros.
Y dice el profesor, al que no le
arrebatan la vida en su flor, cuando después de los muchos años de estudio o de
esfuerzo te empiezas a abrir el precario paso laboral que en España siempre han
tenido las personas preparadas o simplemente la inteligencia, dice: “Y se
derrumbó llorando como el niño que es”. Yo me pregunto: ¿Qué niño es el que
durante no se sabe los años de su adolescencia, niñez, lleva amenazando con
quitar la vida al primer ser humano desarmado o inocente que se le cruce, y lo
hace, y cómo no, en su ámbito: escuela? ¿Este es el tipo de enseñanza que esas
escuelas y esos padres imparten: Matad, robad mientras seáis inimputables?
A un pobre hombre, un ser humano
joven, le quitan la vida de modo tan miserable… Y aquí no ha pasado nada. Se
llamaba Abel. Tenía el nombre exacto para que la sociedad lo ofreciese en
sacrificio a los criminales, los asesinos inimputables. Cuántos Abeles no
habrán perdido su vida, no sólo en esta crisis, sino en los 40 años de
transición hacia una democracia que no llegó nunca a España (Como no ha llegado
a ninguna parte del mundo, hipócrita gentuza de derechas, fascistas amos del
mundo), tras otros 40 años de dictadura, tras dictadura tras dictadura desde
los Reyes Católicos para acá, desde la historia de Caín el inimputable hasta
nuestros días.
…Y aquí no ha pasado nada. Te
llamabas Abel y te arrebataron del modo más miserable la vida, de ese modo por
el cual todos los asesinos y ladrones, bien desde el ámbito político,
empresarial, bien desde el ámbito social de todas estas sociedades nuestras
hipócritamente democráticas, son inimputables.
Dos
niños, no importa si gitanos rumanos o gitanos españoles (o payos rumanos o
payos españoles, que encima si se aporta las señas de identidad de la que los
mismos identificados presumen sin reparos, ya que tienen sangre de reyes o
sangre de considerarse impunes, no importa las tropelías o los atropellos a los
derechos de otros que lleguen a cometer) aterrorizan a unos empleados de
gasolinera o tienda de bicicletas, robando. Roban la caja registradora, roban
las bicis… Y los empleados “aterrorizados”. Tienen 8 y 11 años. No se les puede
dar una hostia para que aprendan a respetar lo ajeno, y, sobre todo, a las
personas. Buenos líderes en ciernes estos chavales de 8 y 11 años, como el
chaval (“como el niño que es”) que apuñala de muerte al profesor, para las
sociedades de ladrones y criminales inimputables que forjamos…. “Como el niño
que es”. Esto se lo diga el profesor tan amable con el apuñalador, tan
insolidario con su colega, a los padres de éste. “Como el niño que es, este
chaval le quita la vida a su hijo; ustedes se han quedado sin su hijo, él jamás
ya disfrutará de la misma, mas lo importante es que esta criaturita siga con
nosotros como el niño que es”. Y
mientras el Abel profesor muerto se va a la tumba, nos quedan estos “profesores”
a los que encima premiamos con pátina de héroes. “Heroicidades” las suyas que
sigan aportando o propiciando lugares inapropiados en la sociedad a los
psicópatas, no importan los años que tuvieren, que debieran arrepentirse de
haber nacido.
Nuestros
psicópatas líderes que tan iguales son a estas criaturitas inimputables, tanto
en inteligencia como en modus operandi. Nuestras sociedades expresamente
diseñadas para los Caines donde los Abeles jamás tuvieron sitio.