El activismo franquista promovido desde el Ayuntamiento,
Comunidad de Madrid, o prohijado por los Servicios Secretos de esta chirigota
de país, sea por la protección o puesta de medios a disposición de un niñato
con cara de lelo conocido por “pequeño
Nicolás”. Del que se ha dicho ser nieto de un golpista del 23F, e iba por ahí amenazando
taxistas con la consabida frase que se hartaron de pronunciar en este país
tantos franquistas extraídos de los suburbios o perteneciente a las adineradas élites:
“Usté no sabe quién soy yo. Le pego un tiro y me quedo tan ancho”. Niñato con
cara de lelo no se sabe hasta qué punto, también, emparentado con la Casa Real,
si se colaba en sus más importantes actos como Francisco, Paco Nicolás por su
casa.
La pandereta, como principal instrumento de nuestro nivel
cultural, que no cese, siga cimbreando los élitros de sus platillos, piel de su
oronda geta, sonando a Isabel Pantoja… Y
yo me río de la cárcel, lugar donde están metidos el resto de los españoles
menos nosotros, políticos y sus allegados en el lugar que fuere de España,
hayamos saqueado a Marbella, Baleares, Madrid, nuestro -¡que era de ustedes!-
dinero en Gibraltar, Suiza, Inglaterra, EEUU, Alemania. Se nos aplica el tercer
grado ¡aun antes de haber entrado en la cárcel como a mí!, como al Jaume Matas
no bien entró por la puerta; y dentro de nada al Bárcenas para que se traslade
a Canadá, Argentina, finca de los limones tan parecida a la Comunidad de Madrid
por sus dimensiones, finca perteneciente a los tesoreros del Partido Popular, o
sea al Partido. ¡Fíjense lo abundante brillantemente que se financiará de aquí
a la restauración definitiva de una Dictadura que jamás pretendió irse de
España! Tanta nostalgia de los españoles por seguir arrastrándose a los pies de
un generalato, politicastros títeres anunciando con impostada y servil voz: “Franco
ha muerto. ¡Viva Franco!”.
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Aproveché este blog, cajón de sastre para tantos y tantos pensamientos e ideas y dedicado a la poeta Alejandra Pizarnik, aproveché, después de borrarlo, para utilizarlo como desahogo ante la espeluznante corrupción que después de 40 años de sufrirla los españoles peor posicionados socialmente, ahora empieza a aflorar